sábado, 29 de marzo de 2014

Capitulo 7:Thomas Fletcher





Abro mis ojos a causa del sol que quiere entrar por las rendijas de las persianas y me pregunto a mi mismo si vale la pena sonreír hoy.
Llevo un par de días con un bajón increíble, pero bueno, soy un adolescente, es típico de nosotros, solemos cambiar de humor cada 5 segundos.
Miro aquel despertador que se encuentra justo al lado de mis gafas, no sin antes ponérmelas, y miro la hora.  Son las 7:45 llegaba tarde.
Vivo en la otra punta del mundo y a mis padres se les ha antojado inscribirme en el colegio mas lejano posible. Conclusión: Estoy todo el día montado en el bus o en el metro.
No me ducho, no tengo tiempo, me visto con el uniforme , me aseo y me voy. Como llegue tarde a clase de matemáticas el señor Runey me mata. Mas me vale correr hacia la parada.
En el autobús veo a unos cuantos muchachos haciendo señas y riéndose al señalarme, son los mismos de siempre, cada tonto con su tema, yo simplemente los ignoraba hasta que llegaba a clase, aunque nada cambiaba, en clase también había insultos, burlas, uno ya se acostumbra.
Mis días se resumen en ir a clase, recibir burlas constantemente, ir a casa, recibir gritos y broncas, estudiar, cenar, con mas gritos y broncas, escuchar música que me haga pensar que no estoy solo en la vida y dormirme. ¿interesante, verdad? Asi se resumen mis días y mis noches, y yo mismo me hago pensar que esto es el principio de una rutina, que un dia estés bien, al otro mal, en el fondo mi cabeza solo quiere pensar que es normal, que no pasa nada, que es típico de adolescentes, pero a veces mi cabeza piensa en la forma de acabar conmigo mismo, con las risas y las agonías, con las ganas de vivir, de reir, de soñar...
Y asi estuve durante una semana, una dura semana en la que la música se convertía en mi única forma de escape, y rascar las cuerdas de la vieja guitarra de mi padre me hacia estar mejor, conmigo mismo, con mis cambios de humos, con las risas, las iras...
Solo se que si tengo que soportar todo la vida con esto, debo controlarlo.
Pero cada vez que hacia algo la cabeza me daba vueltas y mas vueltas y acababa vomitándolo todo a causa del mareo que me producían los cambios.
En el instituto un par de chicos me dijeron que era frecuente en los adolescentes y me dieron un bote de pastillas para cuando me volviese a doler, me tenía que tomar 2 pastillas al día, una por la mañana y la otra por la noche.
Las pastillas me hacían sentir mejor, estaba todo el día feliz, nada de mareos ni vómitos, nada de llantos ni pensamientos sobre la muerte. Nada.
Estaba tumbado en la cama, ya no escuchaba música triste sino alegre, yo era alegre.
Cuando noto la sangre bajar por mi nariz y un fuerte dolor de cabeza se apodera de mi. Chillo de lo fuerte que es, temo quedarme sin conocimiento.
Mi madre me oye, y sube a mi habitación y se asusta al verme sangrar descomunada mente y agarrándome la cabeza con las manos a causa del dolor, y justo al lado el bote de pastillas que casi me causa la muerte. Según el medico.
Yo tengo un trastorno bipolar y al tomar esas pastillas, que son como droga, hizo que  al prinipio me sintiese bien, ya que eran antidepresivos, pero toda pastilla tiene su efecto secundario y esos fueron los mios.
Aparte de eso, me ingresaron en el hospital en el que estoy ahora, con Harry de compañero.
Al principio es una tortura pero una vez que ya estas ahí piensas que no eres el único con problemas y que no estas solo, cada uno tiene sus defectos y virtudes y como personas que somos, nos caemos, tenemos baches, pero acabamos superándolos.
Yo antes era el nuevo, hasta hace un par de horas, acaba de llegar el chico nuevo, todavía no sabemos como se llama, pero seguro que acabe formando parte del grupo, también llamado familia.



Hola! se que es cortito y tal, pero con el problema de tom acaban las "presentaciones" digamos y comienza la verdadera aventura, por asi decirlo por el hospital, espero que os guste u os este gustando enserio.
besos

1 comentario:

  1. ¡Hola, Ana!

    Siento no haberte leído ayer, pero no sé por qué ahora tengo mucho sueño y me acuesto antes... Debe ser que el tener 17 me hace estar más vieja y esas cosillas, o que soy muy rara. Ni idea, pero ahora vamos al grano.
    Me ha sorprendido como has plasmado la historia de Tom. Es cierto que todas sabemos lo de su trastorno de bipolaridad y como se metían con él por su ligero sobrepeso, pero nadie (a excepción de ti) se ha atrevido a escribirlo. Por ese motivo (y por otros) me ha encantado el capítulo y tengo muchas ganas de saber que ocurre en los sucesivos y que historia esconden en común.
    Un besito

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